(En 2 Samuel 18:33)... Ciertos tipos o contrastes en el Antiguo Testamento están entretejidos en el texto de una manera remarcada. Absalom, uno de los hijos de David es un caso llamativo. Absalom significa «Padre de paz» o «Paz del padre» el cual no fue ni lo uno ni lo otro. El Señor Jesucristo es el Príncipe de Paz habiendo hecho esta paz por Su sangre en la cruz (Col. 1:20), a Él sólo pertenece la paternidad de la verdadera y duradera paz y en Él sólo el Padre encuentra su reposo. Vemos a Absalom perecer, colgando de un árbol, suspendido entre el cielo y la tierra, donde su corazón fue traspasado (2 Samuel 18:9-16). ¿No es la muerte de este hijo, amado por David, una figura de la muerte del Hijo de Dios? Pero entonces que contraste vemos aquí entre Absalom y el Señor Jesucristo: Absalom el orgulloso y rebelde hijo, Jesús el humilde y obediente hijo, sujeto a su Padre. Absalom hizo todo lo que pudo poner sobre si mismo para desgracia ante su padre y lo deshonró de toda manera, (2 Samuel 16: 21-22); el Señor Jesucristo siempre todo lo que hizo fue complaciendo al Padre. Absalom pudo haber gustado de asesinar a su padre; el Señor Jesucristo dio su vida para honrar a Su Padre. Permítanos ahora considerar el llanto y dolor de David cuando clamó: Oh mi hijo Absalom, mi hijo, mi hijo Absalom!, ¿Qué lamento de angustia de un padre sobre un hijo tan indigno de su amor! ¿Cómo no podemos inclinar nuestras cabezas en adoración al tiempo que pensamos lo que significa para nuestro Dios y Padre cuando Su bien amado, el objeto de su deleite, fue desamparado en la cruz, siendo hecho pecado por nosotros, levantado entre el cielo y la tierra, cargando nuestros pecados en Su propio cuerpo en la cruz. Pensemos en este clamor, que viene del Hijo: «Mi Dios, Mi Dios» (Mateo 27:46) y el del Padre: «Mi Hijo, mi Hijo» (2 Samuel 18:33)! ¿Dejemos que cada quien se incline y adore en silencio!
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Ultima actulización 2007/04/24